miércoles, 16 de noviembre de 2016

2016-11-10 El Aguilón y el Bosque (Sierra Espuña)

El Aguilón y el Bosque (Sierra Espuña) 11-11-2016

Todo empezó hace un par de semanas con una insinuación de mi amigo Pablo "He estado en el Aguilón y en las casas de Malvariches, tenemos que ir un día a Sierra Espuña y subir a la cumbre del Bosque, que hace 25 años que la hice con mi hijo y tengo ganas de volver", yo le contesté "Cuando quieras Pablo, yo siempre estoy encantado de volver a Sierra Espuña y si encima es a una zona que no conozco con más razón".




















































  Pues hoy ha llegado el momento, y como tenemos una deuda pendiente con Juan Almela (de Alguazas) amigo conocido en la Sierra de Ricote, ni corto ni perezoso lo llamo por teléfono y a media palabra (con sus 74 tacos),me dice que nos acompaña.
  Quedamos en el restaurante y gasolinera Alegría que hay saliéndose de la autovía que va de Murcia a Caravaca saliendo en Torres de Cutillas, primera rotonda a la izqda.
  A las 8 menos cuarto en punto tras un abrazo y subidos todos en el coche de Paco seguimos dirección Mula de nuevo por la autovía, saliéndonos en Mula sin entrar en el pueblo. Seguimos dirección Pliego y en medio de este pueblo cogemos a la derecha a Casas Nuevas, sin entrar en las Casas, seguimos unos 3 kilómetros más adelante. dejamos el primer camino con granjas y cogemos el segundo también al comienzo con granjas y a continuación está la Casa del Calderero que dejamos a la derecha; seguimos un poco más y pasamos el Canal del Taibilla dejando el coche unos 50 metros más adelante.
  A las 8 y cuarto iniciamos la marcha (en esta ocasión por la izada. de la valla que tenemos al lado, un poco campo a través en diagonal a la derecha hasta enlazar con la pista de la umbría del Bosque, por cuya izquierda regresaremos, ahora vamos a la puerta que cierra la pista y la traspasamos siguiendo esa pista a la izquierda en franco ascenso).
  Caminamos por la pista que lleva al Portillo. pero en 150 metros, Pablo nos hace la observación de que en unas marcas de piedras (típicas de montañeros) como si fuera una puerta hay un atajo que nos permitirá ahorrar alguna de las obligatorias vueltas que da la pista. Así que "comienza puerto", una preciosa, pero muy empinada senda, nos lleva en 30 minutos al collado Portillo.
  Allí Juan toma la iniciativa y tras él vamos elevandonos (lo mejor es ir pegado a la valla), con el obstáculo continuado del matorral y el roquedo. Hay momentos de dudas por donde seguir, pero rápidamente se van solventando hasta que llegamos a un punto donde debemos saltar la valla para encaramarnos a las ultimas trepas de este incordiante Aguilón, que a pesar de no llegar a los 1000 metros de altura, nos pone rápidamente en órbita de lo que nos espera más adelante.
  En la cumbre del Aguilón disfrutamos de una privilegiada panorámica de la parte Norte de Sierra Espuña y sobre todo del valle y las cumbres de los Malvariches, de Cumbre Plana y el Pedro Lopez.
  Descendemos con gran precaución de éste puntiagudo pico, poco amigo de visitas, habiendo tardado una hora entre la subida y el descenso desde el collado del Portillo.
  Ahora por bendito y encantador sendero transitamos contemplando los colores otoñales de los nogales que encontramos en el trayecto. Llegamos a las ruinosas casas de Malvariches y volvemos a recrearnos con unos gigantescos quejigos y un armonioso grupo de avellanos pintando otoño.
  A Todo esto Juan nos va señalando el pedregal (más bien el muro) por donde atacaremos la cumbre del Bosque que ya tenemos ante nosotros.
  Al poco de pasar las ruinas de las casas, cruzamos más arriba la rambla de Malvariche intentando coger un poco más de altura para ir ascendiendo en diagonal y sentido de regreso de donde veniamos, continuamos sin sendero, hasta que por suerte nos encontramos un paso de cabras que seguimos por un tiempo; hasta que llegamos al pedregal más oriental, el cual cruzamos y seguimos loma arriba (entre las dos pedreras que habíamos visto desde abajo) con una dificultad rayana en lo vertical. Alcanzamos por fin la cuerda de los Carrascales pero sigue la dificultad. Ahora el roquedo y la carrasca son nuestros enemigos, a nuestro favor un paisaje de ensueño. Seguimos junto a la valla ascendiendo y cuando ya divisamos el punto cimero, nos sorprenden varios grupos de Arruis por su arista, quedándonos embobados viendo con qué gracia y facilidad se mueven por lugares tan quebrados y peligrosos.
  Decidimos hacer una pequeña parada y reponer un poco de fuerzas antes de llegar a la cumbre. Ha sido una sabia decisión, pues desde que bajamos del Aguilón, tan sólo una barrita energética había contribuido a recuperar nuestro esfuerzo.
  Ya más entonados conseguimos la cumbre donde nos maravillamos y damos gracias de en-
contrarnos en semejante paraíso.
  Tras dar buena cuenta de un buen almuerzo (a las 12 de la mañana), empezamos a familiarizarnos con la trepidante canal que debemos descender; encajonada por enormes moles rocosas que como guardianes obsesivos no permitirán que nos salgamos de sus aristas afiladas.
  Nos hacemos el ánimo y empieza un descenso espectacular y vertiginoso que nos llevará desde los casi 1300 metros de la cumbre hasta los 540 de su base.
  Además de la verticalidad hay que añadirle los obstáculos en forma de matorral y arbustos y roquedos que nos obligan a un descenso delicado y lento agravado al final por las pedreras sobre roca que aún lo hacían mas inestable.
  Después de algunas "culas" y mas de hora y cuarto de bajada, conseguimos llegar a la pista de la Hombría del Bosque donde nos damos por satisfechos de ésta nuestra última locura. En 30 minutos más por ésta bonita pista llegamos al vehículo donde reposamos el esfuerzo y nos refrescamos con unas cervezas patrocinadas por Pablo acompañadas de un pequeño piscolabis.
  Partimos con el coche hasta el punto de encuentro matinal, restaurante "La Alegría" donde ésta no brilló mucho, pues Juan se dejó esta mañana las llaves del coche puestas con el contacto dado. Como resultado ahora no le arrancaba el coche y por mucho que entre todos estuvimos empujando, con las poquitas fuerzas que ya nos quedaban, no hubo forma de ponerlo en marcha.
  Al final decidió llamar a su hijo para que trajera unas pinzas y se lo arrancara con el suyo.
  Y aquí terminó este encuentro de Paco, Pablo, y yo mismo con nuestro querido "maestro" Juan y el emblemático Bosque de Sierra Espuña.

   








































































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