sábado, 12 de septiembre de 2015

2015-09-10 Por las chimeneas norte del Despeñador

     Después del lapsus veraniego y en la convicción de que ya toca empezar la temporada volvemos a juntarnos un trío peligroso con ánimo de investigar nuevas rutas.
     Pablo propone una subida por una canal de la ombría del Despeñador, que él había recorrido en una ocasión y no tenía muy clara la aproximación.
     Así que partiendo del área recreativa de Catí y por las escaleras que suben al refugio nos acercamos hasta el collado del depósito. Una vez allí le comento a Pablo y a Paco que hace 8 ó 9 años bajé, en compañía de nuestro común amigo "El Busqui" por una canal de la ombría y que llegamos sin camino hasta el depósito, así que les propuse que me siguieran por la ruta que marcaba "mi librico". Como de costumbre fué una aventura buscar los pasos entre matorrales, chaparras y pedregales; por fin llegamos a un gran pedregal donde parece que se me ilumina la lucecita "del librico" y recuerdo que seguimos a partir de ahí pegados a las paredes hasta encontrar un rompimiento del roquedo que nos va permitiendo ascender por fáciles trepas hasta coincidir con la senda que bordeando el cortado del Despeñador desciende hasta el collado. Seguimos la senda en sentido de ascenso investigando la canal por donde quería subir Pablo hasta que por fin la localizamos y los tres coincidimos en que para completar este preciosa mañana sería bueno hacerla de bajada.
      Seguimos hasta lu cumbre observando si hay otras posibilidades de descenso y tan solo encontramos la conocida chimenea de la cumbre. Después de hacer algunas fotos de cumbre regresamos por la misma senda hasta una pequeña repisa que habíamos reservado en la subida para almorzar disfrutando de la magnífica panorámica que tenemos a nuestros piés. Desde nuestro lugar de almuerzo observamos que frente a nosotros y separados por un corte vertical, en la parte casi superior de la pared hay una placa en honor de Gines Berbegal Galván, suponemos que sería en recuerdo de algún montañero de Castalla.
     Después de coger fuerzas nos metemos en faena y es ahora Pablo el que abre "su librico" y nos va conduciendo por otra chimenea que a media altura cambia de canal a otra de su izquierda y, aunque está muy inclinada, nos permite aterrizar en el gran pedregal que habíamos cruzado en la subida.
     Ahora sin senda pero siguiendo "el librico de Pablo" y su buena orientación vamos descendiendo teniendo siempre como referencia los pocos tramos de carretera que vemos al pié y la ruinosa casa que hay a su izquierda.
      Durante este descenso vamos recorriendo rincones llenos de belleza con algún resto de vivac o resguardo de pastores muy antiguo.
      Por fin llegamos a una senda de "verdad" y esta nos conduce hasta el asfalto por el que nos esforzamos en llegar al depósito y más tarde por la senda hasta el áerea recreativa de Catí, dando por finalizada esta bonita mañana tras tres horas de nuevas sensaciones.






































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