Damos comienzo a las salidas especiales que cada año por esta fecha utilizamos para poner el cuerpo a punto para la salida a Pirineos a finales de Julio.
Hoy con Miguel Monzó, Francisco Gandía. Clemente Sánchez, Pablo Martínez y yo mismo. Dejando el vehículo muy cerca de la deshabitada casa del Esquinal (y su gran aljibe), continuaos por la cadena que impide a los vehículos continuar por esta pista, pasando por la Casa de los Pinos y posteriormente Casa de Castalla, sorprendidos por el embrujo rojo de los cerezos que están en su punto álgido.
Llegamos a la rambla de Puça la cual cruzamos dejando a la izquierda el camino que continúa para la casa del manco de Castalla, y más adelante de los tres senderos en los que se divide el camino, dejamos el de la derecha (en subida), dejamos el de la izquierda que desciende a la rambla y también va a la cas a del manco de Castalla y seguimos por el del medio en subida. Este camino ancho en principio está muy bien marcado y entre bosque de pinos vamos ascendiendo por la ombría de la crestería del Despeñador. Pronto el camino se convierte en sendero que sigue ascendiendo moderadamente hasta llegar a una zona de carrascas y piedra rocosa. En este punto si que hay que ir muy atento a los montones de piedras por que de no hacerlo sería muy probable que nos saliéramos de la ruta.
La subida aunque tendida y no muy dura si que resulta bastante larga, así que con paciencia pero sin paradas nos acercamos hasta la misma crestería. En este punto cruzamos el sendero que recorre toda la crestería desde el Pantanet hasta el Despeñador.
Como llevamos dos buenos guías que están empeñados en enseñarnos todos los encantos de esta ruta, nos hacen descender unos metros del cortado que tiene la crestería en la solana sorprendiéndonos con una encantadora cueva con ventana incluida al cortado que nos supone un gran premio para el esfuerzo realizado. Muchas veces habíamos pasado a unos metros de esta cueva y nunca la habíamos podido ver, así que ya no nos la cuentan.
Seguimos la ruta con los sube y bajas correspondientes para llegar en menos de 20 minutos al Despeñador.
A pesar de que es bastante temprano, decidimos descender al Norte para almorzar en el mirador donde hay una placa a un montañero de Castalla.
Después de dedicarle el tiempo reglamentario al almuerzo y al café al tiempo que se nos llena la vista de un espléndido panorama, reanudamos el descenso ya por vía normal hasta llegar a la rambla, la cual dejamos para poder fotografiar los espectaculares cerezos de la casa de Castalla y sus alrededores.
Todavía dejamos el camino para poder fotografiar el gran aljibe de la casa del Esquinal. Enorme construcción, todavía conservada, aunque no cuidada y que deja constancia de lo importante que ha sido siempre el agua para la población agrícola.
Y sin más novedades que emplazarnos para el próximo jueves, llegamos al vehículo tras más de 4 horas y media de recorrido y unos 13 kilómetros y casi 800 metro de desnivel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario