miércoles, 3 de agosto de 2016

2016-07- 25 al 29 PIRINEOS (VALLIBIERNA, TUCA DE LAS CULEBRAS, GARGANTA DE ESCUAIN, PICO DE LA PEZ Y PICO DEL PUERTO DE LA PEZ

   A bordo de dos vehículos partimos a las 6 de la mañana del día 25 de Julio con dirección a P
Pirineos Clemente Sánchez, José Luis Justamante, José Luis Poveda, Miguel Monzó, Pablo Martínez, Paco Gandía y yo mismo, no somos los 7 magníficos, pero es lo que queda de estas viejas glorias.
   Nuestra primera parada en Barracas, donde en el restaurante Norte, nos tomamos un bocata que nos permitirá, sobre todo a los conductores, aguantar hasta la hora de la comida.
    Llevamos muy buen horario de viaje, lo cual nos permite llegar a comer a Pont de Suert. Lo hacemos junto a la carretera, en la esquina de la plaza de la original iglesia de esta población.
    A media tarde, y después de acomodarnos en Casa Moliné, estamos ya paseando por las empinadas callejuelas del bonito pueblo de Aneto. Pueblo de muy poquitos habitantes (en invierno unos 18) pero que viven de la ganadería y en los meses del verano de los visitantes.
     Son las 5 y media de la mañana del día 26, soñolientos aún bajamos al comedor donde Mario, el dueño de la casa, ya nos tiene preparado un suculento desayuno (es de agradecer la voluntad de estas personas por querer agradar).
     A las 6 de la mañana los dos vehículos ponen rumbo al embalse de LLauset. La carretera, al principio asfaltada, deja algo que desear en su último tramo sobre todo al atravesar el último túnel de un kilómetro donde los baches, debido a las filtraciones de agua, nos van despertando de nuestro letargo.
     Desde el Embalse de Llauset (situado en un estuario francamente impresionante) partimos por el sendero GR-11 que rodea el mencionado embalse hasta coincidir con el arroyo de Llauset que se encarga de verter sus aguas y rellenar este encantador embalse. Aunque seguimos por el mismo GR-11, cogemos un poco de altura hasta el punto donde los indicadores nos encaminan a la derecha en dirección al nuevo refugio de Cap de LLauset, a cuyas cercanías llegamos en unos 45 minutos, al poco de pasar el ibón de Botornas.  Desechamos el subir hasta el refugio, pues no es necesario y solamente lo vemos desde lejos. Al pié del refugio, dejamos un senderillo que sube al refugio a la derecha y otro más a la izquierda por el que continua el GR-11 y seguimos el que continúa ya en fuerte ascenso y bien marcado buscando los collados que nos irán acercando a los estanyets de Coma Arnau; en el último de estos vemos como dos montañeros se dirigen desde la parte derecha del collado de Vallibierna a la cresta que tenemos al norte y decidimos seguirlos. Una vez en el collado Pablo me hace la observación de que vamos equivocados pues él ya subió hace años al Vallibierna y recuerda que subieron por la parte opuesta de este pequeño circo. Aprovechamos para comer algo y a continuación rectificamos la ruta perdiendo algo de altura y descendiendo al ibón Gelat, que hasta ahora no habíamos descubierto, y desde allí iniciamos la dura subida por la parte más natural que nos aproximará a la franja que divide la parte mas rojiza de la montaña con la parte más blanquecina y por esa divisoria vamos tomando altura sin prisas pero también sin apenas paradas.
     Estamos en la arista del Vallibierna, preciosa y de vistas impresionantes, la recorremos con sumo cuidado pero sin gran esfuerzo, hasta que conseguimos su cima y nos felicitamos por esta nueva conquista.
     Mucho tendría que comentar de esta cima y sus espectaculares vistas pero lo resumiré diciendo que tenemos ante nosotros prácticamente casi todo el Pirineo central.
     Se nos plantea el dilema del "Paso del Caballo", casi obligado paso para subir al Culebras; pronto Miguel, José Luis Justamante y Clemente deciden volverse por el mismo camino que hemos ascendido y el resto destrepamos la cima del Vallibierna hasta el "Paso del Caballo" y allí comprobamos que no es tan fiero el león como lo pintan. Con precaución y sin prisas, pasamos estos 20 metros hasta situarnos en la arista del Culebras, a donde llegamos en pocos minutos.
     El descenso del Culebras hasta el collado de LLauset se nos hace algo más empalagoso de lo que creíamos, pues hay muchos destrepes y al no haberlo bajado antes no tenemos claro cual de los senderos que observamos será el más apropiado. Por fin llegamos al horizontal sendero que viene del collado de Culebras y nos permite, sin perder altura, llegar al collado de Llauset e iniciar su descenso que en su primer tramo es bastante rápido al hacerlo por un sendero de tartera fina que aligera el tiempo de bajada.
     Antes de llegar al embalse nos volvemos a alimentar para cubrir el último tramo hasta el vehículo con algo más de moral.
     Al poco de llegar al coche vemos como ya se aproximan nuestros compañeros que han regresado por el mismo sendero de subida.
     Y ya todos juntos regresamos por la pista donde nos toman al asalto un par de rebaños de obejas y cabras que tenemos que ir esquivando unas veces y otras armarnos de paciencia hasta que se apartan.
     Llegamos a Aneto a muy buena hora para ducharnos y pasar el resto de la tarde a la fresquita en la terraza de Casa Moliné.
      
   
 




















































































































































El segundo día como teníamos pensado programamos una jornada de medio descanso. Así que nos traladamos desde Aneto hasta pasado Vilaller, gasolinera a la izquierda y a la derecha desvío a Castejón de Sos, a los dos kilómetros dejamos esta carretera y desvío a Bonansa, pueblo por el que pasamos muy cerca continuando ya por la carretera que por preciosos desfiladeros nos llevará a los pies del Turbón antes de llegar a Ainsa donde hacemos una parada técnica para comprar algo de alimentación y continuar hasta Escalona donde cogemos dirección Desfiladero de Añisclo por la izquierda y a los pocos metros dejamos por Garganta de Escuain a la derecha. Carretera muy estrecha pero con un firme aceptable. Sólamente hay que llevar mucha precaución por algunos vehículos imprudentes que creen que sólo ellos circulan por estas carreteras donde tan sólo coge un vehículo y si viene otro de frente hay que pararse y ajustarse al borde. Llegamos a Escuain a buena hora y tras consultar en la caseta de información, nos decidimos por recorrer en principio la ruta de los miradores, que en poco más de 10 minutos está vista y a continuación buscamos el sendero que descendiendo a la surgencia del Yaga nos puede permitir caminar por la aérea senda que recorre parte de la garganta hasta llegar cerca del Puente de los Mallos. Por mucho que nos vamos fijando nos es imposible acertar con esta senda colgada, así que seguimos descendiendo casi vertical en medio de un precioso y frondoso  bosque de ribera descolgándonos por el paso de la cadena y más tarde adentrándonos en un quebrado ascenso por el interior de una cueva con salida de nuevo al sendero que nos permite llegar hasta el lecho del río.
La llegada al lecho es impresionante, frente a nosotros una gran surgencia de agua, mucho mayor que el caudal del río,  que se precipita a este con gran estruendo dejándonos anonadados por tanta belleza.
Las cámaras fotográficas no descansan y nosotros no praramos de subir hasta la casacada, o seguir río abajo intentando descubrir los encantadores secretos que guarda esta garganta.
Como sitio más ideal que este no vamos a encontrar para comer, así que  nos aposentamos a la sombra de las hayas en un gran roquedo del lecho del río Yaga y dimos cuenta plácidamente de nuestras viandas. El ascenso de nuevo al pueblo fué más fácil que el vertiginoso y delicado descenso que habíamos hecho. Tan sólo significar que junto al sendero encontramos el cadáver de una gran vaca putrefacta que rompía todo el encanto de la ruta. Así se lo hicimos saber a la caseta de información donde nos replicaron que lo sabían pero les era imposible arrastrar semejante animal desde el lugar donde estaba hasta el pueblo para descuartizrlo, así que esperaban alguna ayuda mecánica.
Volviendo a los vehículos continuamos viaje hasta la carretera de Bielsa y a la altura de Salinas cogimos el desvío a la derecha para el Valle de Gistau, hasta llegar a la población de Gistain a casa Palacín, lugar donde pasaríamos las dos noches siguientes.






























































































En nuestra tercera jornada también madrugamos mucho y a las 5 de la mañana ya estamos tomando el desayuno que la Sra. Roge nos había dejado preparado por la noche. Los dos vehículos se ponen en marcha antes de las 6 de la mañana y todavía con muy poca luz vamos avanzando por la penosa y estrecha pista que tras unos 12 kilómetros nos llevaría hasta el camping de la Virgen Blanca donde un poco más adelante y sin ninguna señal previa se divide la pista en dos, a la derecha al refugio de Viadós y a la izquierda suponemos que a la cabaña de Tabernés. Seguimos este ultimo desvío y pronto nos apercibimos del mal estado de la pista y aunque el de Paco pasa perfectamente, el de Miguel que es muy bajo empieza a tener problemas así que decide aparcarlo y los siete nos colocamos en el coche de Paco con las mochilas incluidas hasta llegar en un par de kilómetros más a la mencionada cabaña de Tabernés.
  Allí encontramos un vehículo de la gurdia civil vacío, en ese momento creímos que estarían durmiendo en la cabaña, pero como no todo lo que parece es, mucho más arriba nos encontraríamos al joven guardia civil que había subido muy temprano a guiar a sus compañeros suponemos  hasta el pie del collado de la Pez y él ya regresaba de nuevo al coche para recogerlos en otro sitio.
Nosotros a lo nuestro, y a las 7 y cuarto de la mañana cargados de ilusión y por sendero desconocido, pero bien tipificado en nuestra información, vamos ascendiendo por este bonito pero larguísimo valle, pasando primero por el vado de Tabernés, más tarde por la rústica cabaña de Castatuera, antes habíamos dejado un sendero que se unía al nuestro y que venía de la Virgen Blanca, más arriba vimos como se abría el Valle y por la derecha se descolgaba el agua de los lagos de Bachimala, cruzamos por un puente el río y dejamos a la izquierda el sendero al Puerto de la Madera y nosotros por la derecha volvemos a cruzar otro puente del río Cinqueta y nos dirigimos al pluviómetro, dejándolo a la derecha de nuestro sendero. A partir de aquí iniciamos un continuo ascenso que nos permita trasponer el estrecho encajonamiento del río.
Por nuestra derecha la montaña suda agua contínuamente convirtiendo el sendero prácticamente en un barrizal. A esta altura vemos en el mapa que para subir a los lagos de Bachimala nos deberíamos de desviar a la derecha, sin embargo en ningún momento apreciamos ninguna señal ni mojón que lo indique. Habíamos terciado la posibilidad de hacer el regreso por esos lagos, pero aquí no lo vemos nada claro. 
Continuamos paralelos al río Cinqueta de la Pez a cierta altura que traspasado el estrecho volvemos a perder para observar como en la margen derecha del río está la cabaña de Culfreda, a los pies de los basamentos de esa cumbre. Continuamos ascendiendo paralelos al río siguiendo las señales del GR-11 hasta que este nos indica cruzar el río, ahí cada uno lo hace por donde puede. Seguimos las marcas entre pastizales y pedreras hasta situarnos al pié de la gran pared del Purto de La Pez. Decidimos tomar algo de alimentación para atacar este duro tramo y tras un pequeño descanso reiniciamos la subida a paso lento. Nos sorprende el bien trazado sendero que nos permite trasponer este muro, con paciencia pero sin grandes dificultades. Tan sólo subir este puerto ya representa por sí mismo haber conseguido una cumbre de Pirineos, por la enorme distancia y desnivel que hay que remontar hasta aquí arriba. 
Pero la continuación de este GR por la vertiente francesa no tiene nada que envidiar de la española, es tan vertical o más que por la que hemos subido, menos mal que nosotros no debemos descender por ahí. Volvemos a hacer una parada obligada y deleitarnos con la magnífica visión de los Culfreda, Gurreys, Lousteau, etc. que nos circundan y empezamos a tener dudas de por donde continuar. Ante nosotros se presenta una aguerrida arista que nos impide seguir en nuestra dirección a los Picos de la Pez. Pablo observa la posibilidad de descender algo por la vertiente francesa y una vez rebasada la arista remontar hasta un pequeño collado. Barajamos ambas posibilidades y al final decidimos continuar por la arriesgada cresta. En este punto los amigos Miguel, José Luis Justamante y Clemente creen conveniente no cruzar y volverse, cosa que respetamos los demás.
La cresta en sí tiene muy buena roca y continuos agarres así que conseguimos pasarla eso sí con gran esfuerzo que quizás más arriba habríamos necesitado.
Todavía la senda por herberos nos va metiendo en un alto valle interminable, dejando a nuestra izquierda la cresta, y a pesar de que vamos viendo unas cumbres al final de la cresta, no estamos seguros de que sean las cumbres a las que queremos ascender debido que en el trak que llevamos nos dice que desde el Puerto de la Pez no se divisan las cumbres, cosa que al final comprobamos que no es así. Ya desde el Puerto empezamos a divisarlas, pero ante la duda que nos planteaba el trak no estábamos seguros de que fueran esas.
El vallecito llega un momento que se nos termina y no quedan más narices que empezar a subir un inmenso y larguísimo pedregal que se nos hace inacabable. Con mucha moral y y casi sin fuerzas avanzamos muy lentamente acosados por la sed y el calor, llegando al pequeño collado que separa las dos cumbres al límite de nuestras fuerzas. Una vez allí empezamos a saborear este triunfo sobre todo de nuestro compañero Pablo que le da tiempo a elegir cual de las dos cumbres quiere que sea su número 99 y cuál la número 100 de cumbres de más de 3000 metros.
Una vez decidido y después de contemplar el maravilloso paisaje que nos circunda y a nuestros pies los lagos de Bachimala y su espectacular cumbre, decide Pablo que subamos primero al Pico de La Pez y a continuación al Puerto de la Pez. Así lo hacemos disfrutando en ambas cumbres de unos minutos de gran entusiasmo. Y es que el gozo de lo conseguido es proporcional al esfuerzo ejercido.
En la segunda cumbre celebramos con abrazos el reto conseguido por Pablo y al final descartamos bajar por los lagos de Bachimala y lo hacemos por la cresta del Pico Puerto de la Pez.
Tan solo un momento después de dejar la arista y trasladarnos al inmenso pedregal de bajada, se desprenden unas piedras que acabo de pisar con la mala fortuna que una de ellas me hace un pequeño corte en la pierna derecha. Momentos de tensión buscando recursos para taponar la herida que al final conseguimos, sin más problemas. Solamente que de aquí en adelante el pedregal e convierte en un tortuoso peregrinar delicado y lento. 
Llegamos de nuevo al colladito que da acceso a la cresta del Puerto de la Pez. José Luis Poveda dice que se baja por los herberos en busca de un paso menos arriesgado y que si ve algun problema regresará por arriba a la cresta. Seguimos por la cresta Pablo Paco y yo, unas veces evitándola y otras por ella hasta que por fin nos volvemos a encontrar ya cerca del Puerto con José Luis.
Bajamos los cuatro el gran muro de este puerto con lentitud por seguridad y ya muy cansados llegamos a la base del valle donde reponemos agua del deshielo de la nieve y seguimos el sendero con unas ganas increibles de acabar.
Pablo suelta en estos momentos "que ya no tenemos edad para tanto disfrute" y creo que tiene razón.
Estamos en el largo sendero del valle y cuando nos acercamos al río, veo en el margen contrario un pequeño sendero y creo conveniente cruzarlo por aquí mismo y así lo hago siguiéndome mis compañeros y empringándonos todos en un absurdo mal caminar por herberos húmedos salpicados de escondidas rocas que nos obligaron a otro tremendo esfuerzo hasta conseguir llegar de nuevo al sendero del GR.
Por fin pasamos de nuevo por la cabaña de Culfreda, ascendemos de nuevo al lateral izquierdo del río para evitar el estrechamiento del río y bajamos al pluviómetro de nuevo y sus herbero, donde ya parece que nos sentimos, aunque con pocas fuerzas, pero más seguros por el buen sendero que nos queda hasta llegar a la cabaña de Tabernés. A la que llegamos a las 7 de la tarde y damos por terminada la jornada y nuestras ruta pirenaica de este año 2016.