jueves, 17 de marzo de 2016

2016-03-17 Río Chícamo (Macisvenda)

    Como un Kilómetro antes de llegar a Macisvenda, viniendo desde Odón de los Frailes, giramos a la izquierda por carreterita asfaltada enlazando con otra asfaltada (que viene de Macisvenda) y que cogemos a la izquierda, a los pocos metros en un apartado llano dejamos el vehículo.
     Es la primera vez que venimos al río Chícamo por lo tanto no tenemos idea de por donde debemos empezar la excursión. Desde el aparcamiento vemos una pista de tierra que se dirige a una reconstruida edificación y hasta ella la seguimos. Es una escuela-molino de la confederación de riegos, donde aun podemos ver el paso subterráneo de agua por debajo de lo que debía de ser un antiguo molino.
     Continuamos la ruta por el margen derecho del río, con la duda de si el camino bueno sería por el margen izquierdo, pues aunque hemos leído que la ruta estaba marcada, por lo menos en la ida no hemos visto ni una sola marca. Durante unos 500 metros continuamos por la derecha, algunas veces caminando sobre las piedras que nos permiten no mojarnos los pies, pues las paredes no nos permiten salirnos del cauce, hasta que llegamos a un punto donde por la derecha no podemos continuar y por la izquierda el cañar nos impide ver si existe algún paso, así que decidimos salirnos por una pared casi vertical por la derecha cogiendo altura hasta que nos cruzamos con la ruinosa y antigua canal que de momento parece ser nuestra única solución para continuar río abajo, aunque a cierta altura sobre el cauce.
      Esta canal muy deteriorada nos va permitiendo avanzar por ella pero hay momentos muy delicados en los que tenemos que echar mano de experiencia y tranquilidad para poder seguir la canal, incluidos algún túnel o estrecheces sobre el cauce a una considerable altura.
      Por fin avistamos una casa en ruinas, que más tarde nos enteramos la llaman la casa de la luz,
pero para llegar a ella descendemos por medio sendero atravesado por amenazantes cables a la altura de nuestro cuello y que de no verlos nos podían causar grabes daños.
      Llegamos al cauce y lo seguimos un poco más hasta llegar a unas casas y una carreterita que en cuesta asciende a ellas. Allí preguntamos a un hombre las posibilidades que tenemos para volver a Macisvenda y nos dice que siguiendo la carretera podemos llegar al pueblo. Pero le pregunto por la opción que llevo en mente, que no es otra que atravesar el estrecho del río por bajo, y me dice que él lo cruzó hace dos años, que no sabe como estará ahora. En fin no nos da más detalles pero decidimos ir río arriba para conocerlo ahora por su lecho.
      El principio es bastante fácil cruzando a un lado y otro del río, pero en cuanto nos metemos en el estrecho nos damos cuenta que hay que mojarse los pies. Nos descalzamos y cambiamos las botas por sandalias de agua y durante unos 100 metros vamos chapoteando hasta que llegamos a una poza que ya no nos permite el paso. La única escapatoria que tenemos es trepar por la pared de la derecha constituida por conglomerado de cantos rodados petrificado y con apenas agarres que con las sandalias mojadas aunque sólo tiene una altura de dos metros se nos resiste.
      Conseguimos vencer este paso y decidimos parar a almorzar pues el desgaste mental más que físico, ha sido considerable en este último tramo.
       Después del almuerzo parece que las ideas afloran con más precisión y vamos acertando los pasos, a veces entre túneles de cañas, que nos van dificultando el recorrido.
       Y sin más problemas vamos aproximándonos de nuevo, pero ahora por la orilla contraria, a la pared por la que habíamos subido hasta la canal a la ida. El camino aunque a veces no está muy claro ya no es problemático y pronto tenemos a la vista la antigua casa- molino reformada, dando por finalizada una mañana corta de recorrido pero intensa de sorpresas y dificultades.

















































 

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