sábado, 30 de mayo de 2015

2015-05-30 Cid por la Cueva Perico-Mamas del Cid y Chaparrales

     Chuspamontes hoy en su mínima expresión, salimos solo Paco y yo a pesar de que son fiestas de moros y cristianos. Pero hemos decidido escuchar el sonidos de las guerrillas desde encima de Los Chaparrales y así ha sido.
      Partimos de la chavola forestal a las 7 y cuarto de una mañana estupenda, sin apenas viento. Subimos hasta el pié de la Cova Perico por empinada pista que dejamos a nuestra izqda. para ascender al Cid por la empinada senda que llamamos "directa". A media subida nos sorprenden un grupo de arruís que apenas se inmutan a nuestro paso, llamándonos la atención que junto a ellos se encontraba una cabra blanca que posiblemente perdida ha sido adoptada por el grupo.
      Llegamos al Cid tras una hora de subida tranquila pensando en todo el recorrido que tenemos por delante esta mañana.
      Descendemos hasta El Contador y visitamos el "pinico de nuestro recordado amigo Toni" abandonando pronto la pista de los Chaparrales para hacer la aproximación por la senda que cresteando por sinuosas lomas nos enlazará  la bajada a las Mamas del Cid.
       Una vez iniciada esta bajada, nos apercibimos de lo bien marcada que está, lo que antes no era más que una vereda que de vez en cuando se perdía, ahora da gusto seguirla sin complicaciones.
       Llegamos al cruce de las Mamas y nos dejamos la senda principal para cumplir con nuestro objetivo. Al regreso retomamos de nuevo la senda pero pronto se acaba nuestra buena estrella y la senda y tenemos que remontar casi por un barranco hasta su cabecera ya en el collado que da vistas a Novelda, lugar donde sabemos comienza la directa senda que nos ayudará a superar lo que desde aquí parece poca mas o menos un muro hasta la cumbre de Los Chaparrales.
      Con paciencia y buena dosis de sufrimiento acabamos con lo que parecía misión imposible y llegamos a la pequeña Virgen de los Chaparrales sedientos y hambrientos. Así que sin dudarlo nada le asestamos al bocadillo contundentes mordiscos, hasta conseguir lamer con los labios el envoltorio plateado que lo cubría, ayudados por el vinito, hoy blanco, de Cariñena.
      Una vez pertrechados nuestros estómagos descendemos por el antiguo cortafuegos hasta el asfaltado y nos subimos al aljibe "El bicho" muy contrariados porque ha desaparecido la polea, el cubo y la cadena que se utilizaba para sacar agua. Supongo que algún desalmado egoísta se lo habrá llevado para su uso particular, dejando a los montañeros que pasamos por aquí sin el "reponedor " remojón.
       Sin más problemas llegamos a la Casica forestal cuando ya el sol calienta de lo lindo, a la 1 y media.






















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