Durante un par de kilómetros nos sentimos ocupando el palco principal de una gran representación.
Llegamos al Raçó de Bonaventura y aunque como adivinábamos el agua de su cascada es escasa, el recogimiento de este lugar, hoy por suerte solitario, llega a ser abrumador.
Nos decidimos a subir la cuesta para iniciar la ruta de Los Canalones y vamos observando que a pesar de que no hay mucha agua, el terreno está húmedo y la vegetación exuberante.
Es una delicia contornear este estrecho angosto del río Palop, donde el agua se da un festival de saltos y pozas.
Algunos pasos divertidos equipados con cadenas nos permiten transitar sin peligro alguno hasta que un kilómetro más arriba damos por terminada la ruta por el cauce, dado que este se abre completamente.
Seguimos por el camino del Castell del Barxell a donde llegamos en unos 20 minutos sin poder visitarlo por encontrarse completamente cercado, así que seguimos hasta la Ermita a 5 minutos de allí y nos llevamos la sorpresa del día, han talado casi todos los grande pinos de su explanada y rápidamente los están cargando en un remolque a pequeños trozos. ¿Cómo se puede en tan poco tiempo destruir algo que tantos años y esfuerzo ha costado para conseguir que fuera majestuoso?.
No lo puedo entender así que con muy mal humor y por senda que desconocemos pero que lleva nuestra dirección para el Salt procuramos olvidarnos de otro desaguisado más de nuestros responsables.
Antes de las 10 decidimos parar a almorzar entre sol y sombra para gozo de todos, dando buena cuenta del reglamentario tente-en-pié, pero bien sentados.
Y sobre poco más de las 11 después de visitar la parte alta del Salt, sin agua, y su base, enlazamos con la Vía Verde y llegamos hasta el vehículo dando por terminada esta bella excursión que tendremos que repetirla más a menudo.
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